viernes, febrero 03, 2006

Sí, Pero no

Por Alexis Bastidas

La humanidad habiendo avanzado en importantes aspectos de la vida, sigue mostrando escasa aceptación de los valores humanos como fundamento del desarrollo de los pueblos.
Muchos de los problemas que aquejan a la comunidad internacional tienen sus raíces en la inmoralidad de hombres e instituciones. La laxitud con la que interpretan la práctica de los valores, pone al descubierto, el doble discurso con la cual se busca adecentar la vida. La humanidad requiere mayor trasparencia y profundidad a la hora de asumir el reto de la transformación de sí misma. Su existencia en el tiempo como especie superior esta vinculada a la tarea de hacer real el marco moral sobre el cual vive.
Hacer realidad los valores no consiste en hablar de estos. Antes bien, han de manifestarse en la cotidianidad de las personas y las instituciones. El hombre ha de ofrecer al mundo lo mejor de si mismo. Para conseguirlo ha de superar de todo cuanto impida el ejercicio de una vida decente.
La distinción de lo que el hombre piensa y cuanto hace al respecto, ejerce un profundo impacto en la realidad. Cuanto piensa de si, en raras ocasiones se aplica de manera universal a la humanidad. Por ejemplo:
Verdadero: Considerar cierto todo cuanto conviene.
Justo: Cuanto el individuo considera que le corresponde.
Santo: Dios.
Amor: Satisfacción del ego.
Vida: Confort.
Muerte: La peor cosa que puede pasar.
Alegría: Escape.
Paz: Ausencia de problemas.
Bueno: Cuanto gusta y favorece.
Honorable: Relaciones publicas.
Decencia: Imagen.
Fidelidad: Conveniencia.
Compromiso: Relaciones publicas.
Amistad: Conveniencia.
Trabajo: Mal necesario.
Estos son algunas de las ideas que existen en ese mar de fondo de la conciencia de muchos hombres e instituciones y sobre las cuales se diseña y desarrolla la visión del mundo.
La vida es algo más que este conjunto de ideas. A estas alturas de la historia resulta contradictorio que el hombre continúe elaborando una lectura del mundo como si fuera un niño de corta edad.