miércoles, octubre 04, 2006

Perdidos en la realidad

Por Alexis Bastidas

El hambre de felicidad ha conducido a la confusión a amplios sectores de la humanidad. Estamos a punto de ser en una civilización escapista. La angustia marca el rumbo de quien navega perdido en la superficialidad.
Los vicios se ciernen sobre una civilización paralizada por la pereza espiritual. Pretender llenar los huecos del alma con ideas que ofrecen satisfacción por el uso de sustancias ajenas al espíritu, solo conduce a la destrucción de la vida.
El hombre se encuentra desolado en su interior. Sabe que su contexto vital refleja miedo por la verdad y transparencia de su vida. Lejos de considerarse señor de la vida, es poseído por la intrascendencia.
La felicidad esta relacionada con lo que el hombre piensa de sí mismo y del entorno donde vive. La felicidad es un modo de ser, distinto a lo que consume y posee. Un hombre de buenas ideas tiene la oportunidad para discernir si ser o no feliz. Quien pretende ser feliz huyéndole a la vida es un necio.
La felicidad es una vivencia real. No es una pose ante la vida. La felicidad nace y se fortalece en el dialogo profundo sobre el hombre, su naturaleza y su universo. La sabiduría ofrece al hombre la posibilidad de entender este estado de vida.
La felicidad es expresión de la autenticidad del espíritu humano. No es una emoción o estado de ánimo. Es un modo de ser en la vida. Es más que la ausencia de la tristeza. Es la comunión del hombre con el universo.
La felicidad esta relacionada con el grupo de ideas sobre las que se sostiene el mundo interior del hombre. La comunión entre el hombre y la realidad constituye el punto de partida de un modo de ser y estar en el tiempo lleno de imaginación y gozo.
El hombre busca la felicidad es consiente de su mortalidad. Es ante la muerte donde el hombre busca en la fe la promesa hecha por Dios de vivir en comunión definitiva.
Si no sabes quien eres, procura hacerlo antes de morir. Si no has encontrado a Dios, búscalo. Si te eres infeliz por no tener nada, recurada que la nada no existe. Mira detenidamente hasta dar contigo mismo. Dios puede encontrarte en el ejercicio cotidiano de hacer la vida.
La felicidad no es una pose. No es un disfraz que usamos al compartir la vida. Consiste en el gozo de saber vivir. Consiste en entender el propósito de la vida y llevarlo a término. Es vencer a la muerte por la fe. El resto es imaginación.