viernes, diciembre 01, 2006

INTIMO COMO EL AIRE

Por Alexis Bastidas

Dios habla con lenguaje propio, su palabra es la esencia de la realidad. Dios cuenta en la intimidad al hombre su historia de amor y su deseo de hacer vida con El.
¿Cómo es la voz de Dios?
Es íntima. Así como la suave brisa se posa placida sobre el jardín al romper el alba. La voz de Dios impregna de gozo las fibras más intimas del corazón del hombre. Permitiéndole contemplar en cada cosa el fascinante mundo de su imaginación. La voz de Dios no es producto de la imaginación. Es el sonido inteligente que trasciende el silencio de las almas creando un delicioso espacio para la contemplación. La voz de Dios es tan íntima que conduce al hombre al descubrimiento de todos aquellos mundos que se encuentran ocultos bajo el velo de la superficialidad.
Es libre. Así como el hombre necesita del libre alvedrio para escuchar la voz de Dios, Dios ejerce su absoluta libertad al hablar con el hombre.
Personal. Dios habla en primera persona y en tiempo presente. Es directo y exige la simple norma de cortesía de ser atendido como un ser vivo, real en términos de espacio y tiempo. Dios habla de persona a persona, no como un personaje literario o un ser producto del miedo y de las miserias del hombre.
Es profunda. Su voz alcanza los rincones más oscuros de la existencia humana. Su voz transforma la oscuridad del alma en una caja de resonancia donde la vida canta a plenitud las mieles y pesares del día.
Es cósmica. Abarca todo, penetra todo, da plenitud a todo. Describe la relación hombre-universo.
Es poderosa. Transforma e ilumina el sendero de la vida. No es mágica. Es real, se siente. Su poder es el punto de apoyo de los grandes cambios en la vida. Todo lo hace posible.
Es trascendente. Ubica al hombre en otro estadio de la vida. Da la luz necesaria para entender el nacimiento, la muerte y el breve espacio de tiempo que transcurre entre ambos puntos de referencia.
Es sublime. Ofrece al hombre la oportunidad de contemplar la vida en paz, en armonía consigo mismo y con el cosmos.
Es renovadora. Inspira en quien la escucha la fascinante tarea de crear todos los mundos posibles.

El eco de la voz de Dios ofrece al hombre la oportunidad de alcanzar todo cuanto ofrece plenitud en la vida. Es el canto más sentido que el alma comparte a lo largo de su existencia. La voz de Dios es afable y sencilla, consuela siempre a los corazones afligidos por la ausencia del amor y sus predicamentos.
La voz de Dios es tan actual como la noticia misma, tan eficaz como la palabra misma, tan dulce como el bien me sabe. Tan hermosa como el atardecer en el puente Angostura sobre el Orinoco. Tan útil como un radio transistor de baterías en un apagón cualquieran en Nueva York o en Republica Dominicana.