martes, junio 12, 2007

Los yo-yos de la necedad

Por. Alexis Bastidas

La ausencia del pensamiento libre niega la esencia del hombre, por tanto su presencia debe ser tratada como un mal que produce el caos y la muerte.

¿Qué son las ideas y para qué sirven?
Entendemos por ideas el fruto del descubrimiento de la realidad como una experiencia directa y vital. Las ideas nos permiten cultivar una mirada profunda, capaz de esclarecer cuanto nos interesa. Las ideas son puntos de referencia que juntos hemos establecido en la búsqueda por entender la realidad. Sin embargo, cuando no logramos entender el propósito de las mismas, corremos el riesgo de alienarnos y perder la libertad. No existe, ni existirá idea alguna que pueda agotar la esencia de la realidad.
Las ideas que hemos desarrollado sobre nosotros mismos, son un conjunto de explicaciones lógicas de cómo se manifiesta nuestro ser en el tiempo y el espacio. Sin embargo estas explicaciones no dejan esclarecida totalmente la esencia de nuestro ser. En este sentido, el hombre es un peregrino de la verdad. Su vida esta signada por la búsqueda última del sentido de su existencia.
Siempre resulta conveniente preguntarse sobre la utilidad de las ideas. Establecer por la vía del conocimiento para qué son útiles y para quién. La historia de la humanidad nos ofrece como dato cierto, que el hombre tiene la profunda inclinación de pelear, matar y morir a fin de imponer su criterio de la realidad como la visión única y verdadera sobre la vida.

¿Qué podemos hacer ante tal arbitrariedad?
Procurar entender nuestra libertad como una manifestación directa y vital de la realidad que somos.
Entender que la esencia de la libertad es la síntesis de nuestro pensamiento.
Cultivar la tolerancia como un estilo inteligente de vida.
Asumir que la realidad por naturaleza está constituida por contrastes, sin que por ello se altere lo que algunos llaman caos y otros armonía.
Buscar con tenacidad lo que hay de verdad en nuestras ideas, la bondad que ellas encierran y el servicio que pueden ofrecer a la hora de compartir la realidad.
Ir mucho más allá del discurso con el cual estas explicaciones nos describen la realidad.

En cuanto a la bondad o maldad de las ideas, cabría decir: ¿Por qué son buenas y para quién son buenas?
Un claro punto de referencia de este asunto lo encontramos en la frase articulada por Maquiavelo: “El fin justifica los medios” Aunque el hombre niegue explícitamente esta conducta, la historia de la humanidad recita a voz en grito las consecuencias de esta conducta, desnudando cotidianamente aspectos de la realidad que nos resistimos a mirar.

¿Qué podemos hacer ante este vicio?
Evitar llegar a la conclusión de que un hombre exitoso es aquel que impone sus ideas sobre la realidad aniquilando en el proceso la libertad
No cometer el error de pensar que la libertad es un discurso.
Pensar que la libertad esta hecha a la medida de toda teoría sobre la realidad.
Pensar que este vicio es una adicción exclusiva de los políticos, cuando en realidad todo el hombre procura por lo general la imposición de sus ideas, buenas o malas en lugar del diálogo.
Evitar llegar a la conclusión de que la ley, la moral y las buenas costumbres fueron creadas para justificar nuestras ideas en lugar de ponerlas a prueba.